Para un propietario de finca, la tendencia es querer vender su finca directamente, sin la intermediación de un bróker. Sus razones principalmente son dos:
1.- Me ahorro la comisión. Lo cual es verdad, si lo consigue.
2.- Se lo puedo vender más caro al comprador, ya que no tiene ni la información, ni la profesionalidad de un bróker. Lo cual es verdad, si lo consigue.
Desgraciadamente para él, el comprador piensa exactamente lo contrario:
1.- Lo que me puedo ahorrar de comisión no es comparable con lo que me puedo ahorrar en la totalidad de la operación, ya que el bróker tiene una información que puede ser vital para el buen fin de la operación. Lo cual es cierto.
2.- Si elijo bien al bróker que quiero que me asesore en la posible compra, al margen del beneficio económico, me va a informar de los posibles “peros”. De las ventajas, pero también de los inconvenientes. De aquello que no me van a decir. De aquello que yo puedo no darme cuenta (entre otras razones porque no es mi profesión). Lo cual no admite la menor duda.
Cuántas veces habré informado a mis clientes de “peros”. Cuántos caminos perdidos que, efectivamente, no pasa casi nadie, pero ahí están. Caminos que cuando pasa alguien, ese alguien, sabe perfectamente que tiene derecho a pasar.
Y… una vez comprada esa finca, ¿Quién le pone el cascabel al gato?
F.G.