El verano pasado unos clientes compraron una finca de caza mayor que yo tenía en mi base de datos y que por lo tanto, si algún cliente buscaba algo parecido, se la ofrecía. Pero a estos clientes no se la ofrecí porque no buscaban algo parecido.
Pero empecemos desde el principio.
Se puso en contacto conmigo un matrimonio que estaba buscando finca de caza mayor, en Julio de 2.010. La señora, que era la que llevaba la voz cantante, me dijo que habían vendido una finca cerca de una capital de provincia lindando con Madrid.
Que buscaban una finca de caza mayor de entre 500 y 600 hectáreas en Cáceres (puesto que en Toledo era imposible por el precio), a ser posible que estuviera cercada y, si no, que fuera una unidad de más de 500 hectáreas para poderla cercar. Les dije que tanto en Castilla la Mancha como en Extremadura, era necesario más de 1.000 hectáreas para poder cercar con malla cinegética. Me insistieron en que les habían informado que en Extremadura se podía cercar con más de 500 hectáreas. Les respondí que lo confirmaría.
Efectivamente, me pongo en contacto con un amigo que trabaja en la Consejería de Medio Ambiente y me corrobora que, aunque se va a cambiar la ley para que sean necesarias 1.000 hectáreas para cercar, en este momento todavía sigue vigente el plan anterior y que, técnicamente, se puede cercar con más de 500 hectáreas si se dan prisa.
Como estaba diciendo los criterios de busca eran unas 500 hectáreas de extensión. En Cáceres. Alrededor de la A5 porque les venía de paso para otra finca que tenían en Huelva. Que estuviera toda arbolada, preferiblemente encinas, pero sin pinos ni eucaliptos. La casa no era importante, pero sí que se pudiera construir.
Pues bien, me pongo en marcha, les enseño varias fincas, entre ellas una que estaba al lado de un pueblo y, al llegar a este, la señora me dice que ya la han visto. Les ofrezco otras dos que también han visto. En definitiva, llevaban un buen puñado de fincas vistas y bastante tiempo empleado en ello.
De entre las fincas que les enseñé, al marido le gustó bastante una finca de más de 500 hectáreas con un monte pardo precioso y gran arbolado, principalmente de encinas pero, también, con alcornoques, quejigos, madroños, robles… De todo menos pinos y eucaliptos. Pero, de las más de 500 hectáreas, había una solana que tenía unas 30 o 40 hectáreas sin árbol alguno, solo jara, y eso a la señora le echó para atrás.
Después de un par de meses con ellos rechazando todo, puse el freno y decidí no enseñarles más fincas a no ser que reunieran estrictamente los criterios de busca.
Pasados 6 meses llamé a la señora y le dije que ya se había aprobado la ley de cerramientos en Extremadura y que se necesitaban 1.000 hectáreas para cercar, que si cambiábamos el criterio de búsqueda. Me dijo que no, que seguíamos con el mismo.
Ni que decir tiene que ellos seguían visitando fincas con otros corredores que, poco a poco, se iban desencantando y dejaban de enseñarles fincas.
No importaba, había otros corredores con ilusión suficiente como para enseñarles, cada uno, otro chorro de fincas. ¡Pues no hay fincas en España!
Resumiendo. En el verano de 2011, por fin compran finca.
¿Quién se la enseñó? No he querido enterarme, seguramente alguien que debía tener dos o tres fincas en cartera, y allá que se las enseñó. Sin importarle criterios de busca ni monsergas. Se las enseñó y punto ¡vale!
Y se preguntarán ¿Qué tipo de finca compraron? ¿Por qué yo no se la enseñé?
La respuesta es sencilla. No se la enseñé porque no reunía ni una sola condición de lo que buscaban.
¿Qué compraron?
Finca de 1.400 hectáreas de extensión, de las cuales 400 hectáreas de pinos y, siendo muy benévolo, de las 1.000 hectáreas restantes, tendríamos 500 hectáreas de robles y monte pardo y las otras 500 hectáreas de jarales y pedrizas, sin árboles.
Zona entre Toledo y Ciudad Real y una casa de quitarse el sombrero.
A veces me dan ganas de enseñar cosas muy diferentes a lo que me piden, pero no me sale. ¡Qué le vamos a hacer!
F.G.